Si estás buscando una escapada que combine tesoros naturales y arqueológicos para sentir el poder de la llegada de la primavera, ¡el Pueblo Mágico de Malinalco es el lugar perfecto para ti!
Entre las riquezas de Malinalco, como sus alambiques ancestrales productores de mezcal y sus maestros artesanos talladores de madera, destacan alrededor de 15 conjuntos conformados por pinturas rupestres y petrograbados que nos invitan a emprender diferentes rutas hacia los cerros que rodean este frondoso valle del Estado de México y descubrir su interpretación sobre la dualidad vida-muerte como parte del equilibrio del orden universal.
Los Diablitos, El Coyotito y Las Caritas
Al llegar, los viajeros descubren tres personajes esquemáticos en posición de danza; uno de ellos con vientre abultado, por lo cual se cree que está relacionado con un ritual de fertilidad. De acuerdo con investigaciones antropológicas, su nombre se deriva por el tono rojizo de la pintura y posiblemente se realizó con una mezcla de sangre y óxido de zinc.
Otro mural rupestre de gran relevancia para el centro del Pueblo Mágico de Malinalco es El Coyotito, situado en el Barrio de San Juan. Se cree que pudo haberse realizado en el mismo periodo de tiempo que Los Diablitos y representa un canino junto a un individuo en posición de cacería.
Como parte de los tesoros grabados en piedra, Las Caritas son un conjunto de petrograbados en forma de rostro que podrían representar un grupo de cazadores y recolectores nómadas, situadas justo detrás del Panteón Municipal. En esta área también se pueden contemplar otros vestigios rupestres, como una mano y una figura felina, en tonalidades blancas y amarillas.
El Cuauhcalli, la morada terrestre del Sol
La zona arqueológica de Malinalco se ha convertido en uno de los principales atractivos del pueblo, pues conserva el único templo de América de carácter monolítico, es decir, tallado en la misma roca del Cerro de los Ídolos: el Cuauhcalli.
Su belleza arquitectónica es reconocida a nivel mundial junto a templos como Ellora y Ajanta (India), Petra (Jordania) y Abu Simbel (Egipto).
Esta construcción, también llamada “Casa del Sol”, cuenta con una escalinata que es custodiada por los restos de dos ocelotes (uno de los principales símbolos del imperio azteca).
En la parte superior, las enormes fauces abiertas de una serpiente son la puerta de entrada al lugar sagrado donde se graduaban los guerreros águila y jaguar, cuya sangre proveniente de incisiones hechas en el cartílago que divide las fosas nasales, barbilla y orejas, se depositaba dentro del hueco (cuauhxicalli) situado en la parte central del basamento, a manera de ofrenda para los dioses de la tierra y el sol.
Al ser un centro ceremonial, la zona arqueológica de Malinalco es ideal para contemplar la llegada de la primavera desde otra perspectiva, pues también fungía como un culto al Sol, el protagonista del cambio de estación.
Durante la visita, se pueden contemplar y acceder a otras estructuras relacionadas con prácticas bélicas y religiosas, como un temalacatl, donde se realizaban autosacrificios gladiatorios, restos de escaleras dedicadas a Tláloc y una estructura mixta (rectangular y circular) en honor a Ehécatl, dios del viento.
¿Quién te lleva?
Para descubrir los tesoros prehistóricos y prehispánicos de Malinalco, es recomendable contratar un tour guiado. La experiencia de caminar, cabalgar, pedalear una bicicleta eléctrica o conducir una cuatrimoto para explorar estas zonas, es incomparable. MaliKualli Complejo Ecoturístico ofrece rutas desde 170 pesos por persona.
Y después del paseo se puede dar un chapuzón en su piscina o aventurarse con más actividades: tirolesa, rappel, escalada, puente tibetano, picnic romántico o dejar que caiga la noche para una función de cine dentro de una cueva.