El día de San Valentín supone un importante incremento en la compra de flores. Se estima que la industria de la producción de flores a nivel mundial tiene un valor de aproximadamente 1 billón 325 mil millones de pesos mexicanos 1, siendo San Valentín la fecha con mayor volumen de ventas seguida de la Navidad/Jánuca2.
A pesar de que la industria proporciona trabajo a miles de personas alrededor del mundo, la floricultura tiene un significativo coste para el medioambiente. En México, la mayoría de flores que se compran en florerías locales, mercados o supermercados son importadas de otros estados, lo que conlleva que durante su transporte se emitan grandes cantidades de CO2. Los principales estados productores de flores son Estado de México, Morelos, Querétaro y Puebla donde se cultivan principalmente rosas, como regalo típico de San Valentín. Tan solo durante 2018, el volumen de producción de rosas en el país fue de 9,043,571 gruesas, de acuerdo al Atlas Agroalimentario 2019.
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El coste de carbono que supone el transporte y la refrigeración de las flores hasta su venta, representan un significativo impacto medioambiental. Ecuador es el país de quien se adquiere la mayor parte de compras externas de rosas, seguido de Colombia, Países Bajos y Alemania. En algunos de dichos países, se necesitan enormes cantidades de energía para cultivar dichas flores para abastecer la demanda, ya que cuentan con cielos nublados la mayor parte del año. Esto obliga a cultivar las flores en invernaderos, que se calientan mayoritariamente a través de la combustión de gas, liberando grandes cantidades de CO2 a la atmósfera.
Por tanto, la distancia en el transporte de flores cortadas, así como la manera de ser cultivadas en los diferentes países proveedores de esta flor ornamental están relacionadas con una mayor emisión de CO2. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Cranfield demostró, por medio de análisis de ciclo de vida, que las rosas vendidas en Reino Unido y cultivadas en Países Bajos emiten 6 veces más CO2 que las rosas cultivadas en Kenia y vendidas también en Reino Unido. Esto supone unas emisiones de hasta 3 kg de CO2 por flor3. A pesar de ser países geográficamente más cercanos, lo que disminuye las emisiones de CO2 por transporte, la floricultura en Países Bajos produce un coste de carbono mucho más elevado debido al intenso cultivo de las flores en invernaderos y las largas distancias que deben recorrer para llegar a manos de los enamorad@s.
¿Por qué no regalar árboles en lugar de flores?
Demostrar amor no tiene por qué ser incompatible con cuidar del medioambiente. Existen alternativas más duraderas, amables y respetuosas con el planeta, como la plantación de árboles como parte de un proyecto de reforestación. Gracias a plataformas de reforestación profesionales como Tree-Nation, que ya ha plantado más de 130.000 árboles desde el 1 de enero del 2020, los usuarios pueden plantar árboles fácilmente alrededor de todo el mundo. Mientras que cada flor cortada puede llegar a emitir 3 kg de CO2, un solo árbol es capaz de limpiar hasta 250 kg de CO2 a lo largo de su vida. Además, las flores cortadas suelen durar únicamente un par de días, mientras que un árbol puede durar tanto como una relación. Incluso más…