La soledad, el abandono y el rechazo, elementos que a media luz se construyen en ambiente gótico que a través de los movimientos corporales recrean la macabra historia de Frankenstein, representada a partir de la danza contemporánea en la Capilla Gótica del Instituto Cultural Helénico.
Bajo la dirección y coreografía de Rodrigo González, esta puesta en escena revive la historia de Frankenstein, en la que Víctor, un joven ávido de conocimientos científicos, se obsesiona por lograr el mayor reto posible en el mundo científico: dar vida a un cuerpo muerto. Su éxito será su condena, la creación de un monstruo estremecedor que, en respuesta a su rechazo por todos se entrega por completo a saciar una sed de venganza hacia su creador, culpable de su desgracia, y hacia todo lo que éste ama, tornando en muerte todo alrededor de Víctor.
El monstruo, que ni a nombre llega, enfermo de soledad, solicita una compañera a su creador a cambio de desaparecer para siempre, pero Víctor se niega a ello, provocando así que la única salida hacia la paz y el descanso sea el fin de uno de los dos.
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A decir de Rodrigo González, “el leitmotiv que detona esta obra, es la soledad, el rechazo y el abandono, que el individualismo a ultranza nos lleva a no podernos comunicar los unos con los otros; el rechazo y el repudio por las diferentes características de los demás provoca la xenofobia que se hace presente y constante en nuestros días y genera esos “monstruos” actuales en nuestro entorno”.
“Se trata de analizar cómo la violencia genera violencia; el rechazo genera rechazo y cómo romper este círculo vicioso. Aunque estamos lejos de alcanzarlo, es parte de la dinámica social. Hay que romper estos círculos viciosos, para convertir el odio en amor y la violencia en paz”.
Foto: Instituto Cultural Helénico.
Enmarcados en la arquitectura ojival de la Capilla Gótica, la trama, una mezcla de terror y de horror cobra vida de la mano de los bailarines Yokoyani Arreola, Ángel Garnica, Hugo Thompson y Natali González.
“La reflexión que me gustaría dejarle al público es transformar nuestra realidad. Lo que tenemos que cambiar en nosotros para romper esos círculos de violencia y de discriminación en todos los aspectos y de todas las cosas que nos alejan a los unos de los otros”, añade González, también director de La Infinita Compañía.
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