¿Te imaginas pronunciar un “te amo” o un “sí, acepto” sobrevolando los rincones y monumentos más espectaculares del mundo? Un paseo en globo aerostático es una de las mejores experiencias que te permitirán vivir un romance entre las nubes, literalmente.
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La erosión de lava y cenizas arrojadas por volcanes, ya inactivos, han creado una de las regiones más espectaculares del mundo, Capadocia. Situada en la región central de Turquía y a 300 kilómetros de distancia de la capital, este destino es una combinación de ciudades conectadas por túneles excavados en roca y valles de formaciones cónicas llamadas “chimeneas de hadas”.
foto: Civitatis
El paseo en globo reservado en la plataforma Civitatis te permite hacer un sobrevuelo en español, mientras contemplas los valles de valles de las Palomas, Zemi, del Amor y de los Monjes de Pasaba, por mencionar algunos, que son parte del Parque Nacional de Göreme y donde las chimeneas alcanzan hasta los 15 metros de altura. También, si el viento es favorable, se exploran iglesias rupestres y cuevas trogloditas. Si Capadocia ya es un lugar que parece haber salido de un “cuento de hadas”, ahora imagina presenciar la salida del sol que va pintando los paisajes de naranja y rosa. Para brindar por la experiencia, los pasajeros son consentidos con una copa de champaña y un certificado de vuelo.
El Valle de los Reyes, considerada como la “puerta al más allá” de los faraones del antiguo Egipto, es el escenario perfecto para dejarse envolver por el romanticismo de un vuelo en globo al amanecer.
Apenas los primeros del rayo del sol se asoman, es momento de subir a la canastilla y dejar que el viento tome dirección por una hora hacia el templo funerario de la reina Hatshepsut, un conjunto monumental de altares que se levantan entre la ribera del río del Nilo y el desierto, dedicados a Anubis, dios de la muerte; Hathor, diosa de la fertilidad; Amón, rey de los dioses; y Ra, dios del sol.
También es posible flotar sobre los Colosos de Memnón labrados en cuarcita y el tan fotografiado Templo de Medinet Habu, monumento funerario dedicado a Ramsés III, donde se presumen sus trofeos de guerra entre estatuas, columnas y relieves que se convierten en un preludio lento y suave de un descenso.
La primera parte corresponde a elevarse por una hora sobre el casco antiguo de la ciudad, mientras el piloto guía va explicando los datos históricos de su catedral conocida como “la Dama de las Catedrales” por su elegancia gótica; el Acueducto Romano y sus 167 arcos, cuya construcción data desde el siglo II d.C; y por supuesto, el Alcázar de Segovia, lugar de reposo del rey astrónomo Alfonso X, El Sabio, de donde salió Isabel la Católica para ser proclamada reina y también sitio que celebró celebró la misa de velaciones del casamiento de Felipe II y Ana de Austria.
La parte gastronómica de este paseo en globo viene posterior al descenso, con un picnic que incluye embutidos ibéricos y quesos acompañados por una copa de cava (vino espumoso).
La “Ciudad de los Dioses” es el escenario perfecto para flechar un corazón mientras se flota sobre las majestuosas pirámides del Sol y la Luna.
Este paseo inicia al amanecer. Con café en mano se aprecia el inflado de los globos, después hay que subir a las canastillas y dejar que la experiencia del piloto los guíe sobre toda la zona arqueológica; en un día despejado, los ojos también pueden contemplar la Calzada de los Muertos y el Templo de Quetzalcóatl.
foto: Civitatis
El tiempo de vuelo oscila entre los 30 y 60 minutos. Al aterrizar se realiza un brindis, que nos prepara para degustar un desayuno tipo buffet para celebrar la experiencia. Posteriormente, se hace una visita a un taller de obsidiana, donde tendremos una degustación de pulque, tequila y mezcal.
Alejados de la ajetreada medina de Marrakech, este vuelo por el cielo marroquí inicia con un paseo abordo de un vehículo todoterreno que te lleva hasta los escenarios lunáticos del desierto de Jbilets, situado al norte de la “ciudad roja”.
foto: Civitatis
Posterior a la travesía, se da inicio al inflado de los globos, el espectáculo de las telas de colores elevándose es único. Tras recibir la indicación del piloto para abordar, se inicia una danza de ascenso suave para que a “vista de pájaro” se contemplen formaciones rocosas, tierras áridas infinitas y los picos nevados de la cordillera del Atlas, si es que el vuelo se realiza en invierno.
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La aventura romántica no termina al aterrizar, pues continúa con la visita a una típica tienda bereber para almorzar y aprender más sobre esta etnia milenaria, mientras se saborea el clásico té marroquí.
