El ambiente es divertido, la escena esplendorosa y la cocina oriental, pero con raíces que celebran apetitosos platillos de las calles de oriente. Funky Geisha inició como un proyecto de delivery y se transformó en un concepto en donde el diseño provoca, las bebidas incitan y los entornos seducen. El impacto logrado durante su apertura en Tulum, fue suficiente para recrearlo en Cancún.
El chef Osamu Deai viajó por diversas partes del mundo antes de tomar la estafeta de una gastronomía elocuente, en donde la producción de platillos debe ceder ante los sabores mil veces reconocidos, pero con un enfoque adicional que recuerde los dones de la casa, y el estilo de la empresa que lo hizo nacer: Grupo Rosa Negra.
Adentro la arquitectura lo dice todo, es de una rusticidad selvática conjuntada con muy buen gusto y toques elegantes. Funky Geisha rescata la decoración esencial de oriente con materiales naturales como maderas recuperadas, mimbre, bambú y piedra, sazonados con una iluminación parcial alimentada con velas. Existe un aire de misticismo salpicando la escena. Todo se ve impactado por sensaciones y visiones que complementa el DJ y los artistas que aparecen entablando diálogos de gran plasticidad durante la noche, en ese recinto que se reclina sobre las pacíficas aguas de la laguna de Nichupté.
En la mesa platillos que inducen el deseo de compartir, de maridar con tragos diseñados para esa cocina de nombres famosos y bien conocidos: samosas de la India; nigiris, makis, robata y otros bocados de Japón o de Mongolia; espectaculares curries de Tailandia y pato laqueado de China, sólo por mencionar algunos.
El producto, como es costumbre en Grupo Rosa Negra, relaciona una serie de insumos premium como el salmón king de Nueva Zelanda; hamachi de Japón; carnes prime; bogavantes, pulpos, camarones y un sin número de productos procedentes de diversas partes de México y el mundo. Sólo lo mejor para establecer una fiesta en el paladar de sabores que embelesan.
Una de las temáticas del menú reposa en la cocina vegana. Se trata de platillos clásicos orientales procesados con los ingredientes y las técnicas que demanda un consumidor exigente: curry de hongos; yakimeshi de verduras; tiradito de betabel; okra a la robata y otros tantos destinados a una comunidad creciente de amantes de la cultura vegana.
Un final dulce, con postres imposibles de rechazar. Mixología sorprendente que recurre a muchas variantes audaces al ensamblar sabores y cocteles. Vale la pena revisar los mocktails como el Namaste y el Ganesha, con ingredientes exóticos y naturales. Y desde luego la experiencia shisha con un amplísimo menú de posibilidades y alcances, para degustarse de frente a la serenidad que impone la laguna.
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