Pensar en regiones distantes como la Rioja, Burdeos o la Toscana para vivir en un viñedo ya no será un sueño; hoy es posible vivir en plena región vinícola y disfrutar de los placeres de la naturaleza y de la comodidad de la ciudad en San Miguel de Allende, ciudad que alberga “La Santa Vid”.
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Se trata del primer desarrollo habitacional y comercial sustentable fullness, que combina lo mejor de ambos ambientes. A tan solo 10 minutos del centro de San Miguel de Allende, dos horas de Ciudad de México y 30 minutos de Querétaro, se ubica este novedoso concepto que se edifica sobre tres pilares: sustentabilidad, estilo de vida y bienestar.
“La idea fue concebida durante los años de la pandemia, ya que esta experiencia nos hizo pensar en llevar vida más saludable, con una relación más estrecha con la naturaleza, como la de antiguos habitantes de Europa que se dedicaban a producir vino o vender sus cosechas en sus propios hogares. Pensamos en traer el presente este concepto y adaptarlo a las necesidades actuales de las que personas que buscan no solo calidad, sino estilo de vida, así como un lugar sustentable donde vivir, que también les proporcione bienestar, explicó Jorge Carbonell”, integrador del proyecto de La Santa Vid.
Así empezó a tomar forma este desarrollo que hoy se materializa en un pulmón de 105 hectáreas en las que se ubican nueve viñedos que albergan a 40 casas promedio cada uno, en 402 lotes de mil metros cuadrados.
Se trata del primer desarrollo residencial sostenible mixto del país, ya que además del área habitacional, cuenta con originales amenidades como los viñedos, centro comercial, granja orgánica, lagos, centro ecuestre, instalaciones deportivas, centro de bienestar, espacios para eventos, cable ski y extensas áreas verdes. Los 17 lagos con que cuenta este oasis no solo tienen función ornamental, sino que también fungen como vasos reguladores para la captación de agua pluvial y así asegurar su suministro.
La reserva residencial fullness, conceptualizada también por Inoba Desarrollos by Keller Williams y Artigas Arquitectos, se encuentra en proceso de obtener la certificación ESG que evalúa los criterios ambientales, sociales y de gobernanzas de los proyectos, y también se tiene como objetivo contar con la certificación LEED, para alcanzar los estándares de sostenibilidad necesarios. Se contemplan acciones para gestionar de manera adecuada los recursos naturales, la generación de energía y los residuos.
Carbonell resaltó que la reserva fullnes consta de tres partes: el primer centro comercial campestre sostenible del país, una reserva residecial vinícola –también sostenible– con nueve viñedos, y una granja orgánica.
“Se buscó competir para obtener la Certificación de ESG en sustentabilidad, porque nosotros en La Santa Vid creemos que si vamos a dejar un legado, tenemos que hacerlo a profundidad, por lo tanto, no sólo es un desarrollo fancy, sino que también tiene su aportación a la parte natural”, señaló.
La inversión para esta reserva asciende a los $1,500 millones de pesos para la parte residencial y otro tanto para el desarrollo comercial. Este último es financiado por la primera FIBRA privada que apuesta por un centro comercial campestre y sostenible.
Asimismo, es el primer conjunto residencial pensando tanto en vivienda habitacional, como para invertir en inmuebles del tipo de renta corta que predomina en la ciudad, con un 90% de ocupación, dado la gran cantidad de eventos anuales celebrados en San Miguel de Allende. La tasa de retorno por invertir en este tipo de propiedades para renta corta se calcula estar entre el 14% y 16% más la plusvalía.
La Santa Vid busca también integrar a sus habitantes como una sociedad que colabora y se apoya. Los terrenos están pensados para que las personas tengan su propio huerto o parcela para cultivar frutos, vegetales u hortalizas.
“La idea es que los vecinos intercambian su producción entre ellos y, además, la granja orgánica servirá también para ese fin. Lo que se produzca en la granja orgánica, ya sea de origen animal o vegetal, serán posteriormente sean vendidos en el área comercial, o bien, utilizado en la preparación de alimentos en los locales de comida”, explica Carbonell.
En el desarrollo participa una empresa vinícola que, al adquirir un terreno de 1,000 metros cuadrados, otorga una membresía en la que se entregan al propietario 120 botellas personalizadas anualmente, ya sea para consumo propio o para comercializar.
Adicionalmente, la bodega vitivinícola con un frente de 850 metros sobre la carretera CDMX–San Miguel de Allende, ha sido conceptualizada para ser un destino de estilo de vida para los amantes de la enología que buscará también ser un centro de atracción turística. El proyecto incluye un hotel boutique con 40 habitaciones para atender a los visitantes.
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Actualmente, en La Santa Vid se encuentran sembrados ocho de los nueve viñedos y la primera etapa del proyecto que consta de 200 lotes estarán listos para ser entregados y escriturados en diciembre. Esta reserva, así como las inversiones inmobiliarias realizadas en los últimos años han consolidado a San Miguel de Allende como un oasis para la vivienda de lujo, al tiempo que impulsan el empleo y el consumo local.
“Todo lo que hacemos en La Santa Vid tiene un propósito vinculado al tema de la sostenibilidad y a contrbuir con la disminución de la huella de carbono”, concluyó José Simón Díaz, director del Centro Enológico de La Santa Vid.