Hugo D’Acosta, uno de los enólogos más respetados e importantes de la industria del vino mexicano, ha llevado el nombre de nuestro país en alto a otras fronteras con la creación de excelentes vinos que han sido reconocidos no sólo por ser deliciosos al paladar sino por su excelente calidad.
D’Acosta, embajador de Monogram, la línea de cocinas de lujo de mabe, cuenta en sus propias palabras cuál sería su roadtrip ideal por nuestro país, partiendo de la Ciudad de México, para conocer lo mejor del vino mexicano a lo largo de los estados productores de esta bebida.
“Si iniciamos nuestra aventura desde la Ciudad de México, definitivamente hoy más que nunca, hay que acercarse a las tiendas especializadas en vino mexicano. En mi opinión, La Contra es el mejor aparador de vinos mexicanos en la actualidad. En CDMX tiene tiendas en Coyoacán y en la Colonia Roma, además cuenta con una tienda en línea con un excelente servicio de entregas en toda la ciudad y la mayoría de los estados de la República», mencionó el embajador
Adentrarse en el vino mexicano es estar dispuesto a descubrir estilos y matices distintos de región en región. En la última década, hemos visto cómo la fuerza vitivinícola de Baja California ha contagiado a otras zonas en el quehacer enológico. Poco a poco vamos recuperando un mosaico vínico, que crece en distintas regiones del país que en otros tiempos albergaron uva.
Muy cerca de la Ciudad de México tenemos el viñedo del altiplano mexicano: una zona amplia que cubre varios estados y donde cada región despliega, en sus “pequeñas” microrregiones, un estilo de vinos cada vez mejor delineado, mostrando tanto sus características climatológicas como las costumbres de sus elaboradores. Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes, San Luis Potosí y Zacatecas, comparten viñedos de altura que, matizados por la escuela enológica del productor, ofrecen vinos blancos de agradable frescura y tintos de envidiable color. La delicadeza y elegancia corporal es la apuesta de los buenos productores. Viajar en el vino, requiere disfrutar la ruralidad que da la viña. Yo favorezco a aquellos productores que además de su hospitalidad muestran su trabajo de campo. En Querétaro: Vinaltura y Hacienda Atongo; en Guanajuato: San José la Vista y Pozo de Luna; Cava Quintanilla en San Luis Potosí y en Zacatecas, definitivamente, Tierra Adentro.
Alejándonos del altiplano, pasando el Trópico de Cáncer, se despliega lo que conocemos como la región norte del país. Chihuahua y Coahuila son hoy estados con una clara presencia en el vino actual: el primero, desprende gran parte de su viticultura en las cercanías de la ciudad de Chihuahua, lo que permite conocer la evolución de Hacienda Encinillas o Bodegas Pinesque; aunque el viaje realmente de aventura es hacia Hacienda Cerocahui, en plena Sierra Tarahumara.
«Coahuila es para mí, una de las zonas donde la propuesta vínica se vuelve más sofisticada gracias a la cada vez más rica presencia de nuevos productores que hacen un bello contrapeso a Casa Madero. En Parras está Don Leo, en Arteaga está Bodegas el Viento, y si de historia se trata, nos queda Madero y Bodegas Ferriño en Cuatro Ciénegas».
Finalmente tenemos a Baja California que, con su constante trabajo, refresca su propuesta: el dinamismo que vive la región permite seguir sorprendiendo a antiguos y nuevos seguidores del vino mexicano. La visita a Ensenada se puede abordar de muchas formas y depende más del bagaje adquirido por el bebedor de vino. Si quisiera iniciar mi experiencia con la pulcritud del vino de Baja California y calibrarse en la personalidad, no hay de otra, hay que visitar: Mogor Badan y Casa de Piedra. De ahí las rutas y combinaciones se vuelven interminables: productores insignia, nuevos productores, sean estos de escala media o pequeña. Yo disfruto visitando productores que matizan el sitio sobre la elaboración. Pero créanme, bodegas como Vena Cava, Pijoan, Tres Valles, Torres Alegre, Viñas de Garza, Shimul, Cruz y JC Bravo, por mencionar algunas, siempre deja marca visitarlas.
«Creo que la mayor diferencia del vino mexicano con el contexto internacional radica en su versatilidad interpretativa en la elaboración. Estamos en un momento donde la incorporación de nuevos actores y nuevas zonas permiten ofrecer al consumidor un mosaico enológico que encaja perfectamente con nuestra variedad gastronómica cultural. El vino mexicano representa esa hebra de un país de jóvenes, alimentado de modernidad con raíces irrenunciables a sus profundos orígenes.”
En Casa de Piedra, el viñedo de Hugo D’Acosta ubicado en Ensenada, se producen 4 vinos en exclusiva para Monogram: un vino blanco Sauvignon Blanc; dos tintos, Cabernet Sauvignon + Merlot y Grenache + Syrah; y un vino espumoso de método tradicional. Son vinos seleccionados específicamente pensando en la personalidad y los valores que representan a Monogram como marca. Los 4 vinos Monogram, autoría de Hugo D’Acosta, pueden adquirirse en las Prime Blend Stores by mabe en Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.
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