Foto: Nuestra Cartagena
Cartagena de Indias, ampliamente reconocida por su arquitectura colonial, calles empedradas y vibrante cultura caribeña, hoy revela una nueva faceta que merece igual protagonismo: su firme compromiso con la sustentabilidad. A través de Nuestra Cartagena, un colectivo formado por empresarios locales, aliados y amigos de la ciudad, surge una plataforma que busca transformar la narrativa del destino para posicionarlo como un ejemplo de turismo consciente, donde la comunidad, el lujo y la naturaleza coexisten de manera armónica.
Esta visión no sólo pretende consolidar a Cartagena como un destino de alta gama, sino también destacar el valor de consumir local y fortalecer a las comunidades que dan vida a la ciudad. Lejos de promover un turismo superficial, Nuestra Cartagena impulsa un modelo inclusivo que beneficia a todos los actores involucrados: habitantes, visitantes y el entorno natural.
En esta propuesta, la sustentabilidad no es una estrategia comercial, sino un pilar fundamental de identidad. Desde la vida cotidiana de sus comunidades hasta el diseño de experiencias para los viajeros, cada decisión es tomada con una mirada consciente y auténtica. Cartagena se revela como un entorno en el que la sofisticación urbana se entrelaza con la riqueza natural, invitando a redescubrir el destino desde su esencia.
El compromiso medioambiental se materializa en cada rincón de la ciudad: alojamientos, restaurantes y espacios culturales integran prácticas responsables que demuestran que el lujo no está reñido con la sustentabilidad. Al contrario, Cartagena propone un nuevo estándar donde ambos conceptos se enriquecen mutuamente.
Más allá de las postales del Centro Histórico o las costas insulares que rodean la ciudad, se consolida una nueva narrativa liderada por la comunidad: un turismo con propósito. Lo que hace único a este modelo no es una campaña institucional, sino la acción colectiva de una red de negocios independientes —hoteles, restaurantes, experiencias culturales y comercios— que conforman la plataforma Nuestra Cartagena. Actualmente, esta alianza agrupa a 15 empresas y una ONG, todas comprometidas con demostrar que el turismo de alto nivel puede y debe ser social y ambientalmente consciente.
Con Nuestra Cartagena, la ciudad caribeña se posiciona como un destino donde el alma comunitaria, el lujo auténtico y el respeto por el entorno marcan el camino hacia un futuro más sostenible para todos.
El movimiento por la sostenibilidad en Cartagena está siendo impulsado por alojamientos que han decidido poner el impacto positivo en el centro de su operación. Blue Apple Beach, en la isla de Tierra Bomba, fue el primer hotel insular del mundo en certificarse como B Corp. El 50% de su energía es solar, toda el agua se genera y trata en el sitio, y el 87% de sus residuos se desvía del relleno sanitario. Además, es un referente de inclusión: cuenta con personal directivo de la comunidad local y fue el primer resort de lujo en Colombia en nombrar a una mujer trans en un alto cargo. Su hotel hermano en la ciudad amurallada, Townhouse Art Hotel & Rooftop, comparte la misma visión. Fundado por Portia Hart, pionera de la sostenibilidad en la región, Townhouse sigue los principios de responsabilidad social y ambiental y está en proceso de certificación B Corp. Casa Carolina, otra joya restaurada del patrimonio, abastece el 90% de sus productos de comunidades cercanas y utiliza inteligencia artificial para monitorear y preservar su estructura histórica.
Desde cocinas de autor hasta bares y experiencias, varios miembros de Nuestra Cartagena están redefiniendo la forma en que se vive la ciudad a través del sabor y la cultura. Carmen Restaurante solo usa materiales biodegradables, recicla vidrio y trabaja con pescadores artesanales. Nia Bakery se abastece de ingredientes de comunidades rurales colombianas. Lunático Experience ofrece clases de cocina, tours al mercado y un «Tour Solidario» que destina el 40% de las ganancias a una fundación local. Members Only, un piano bar ubicado dentro de Townhouse, promueve el talento local mediante concursos mensuales y apuesta por insumos de origen nacional y prácticas responsables. Amare Beach, en la costa de la isla, funciona completamente fuera de la red pública, promueve el marisco sostenible y ofrece participación accionaria a sus empleados fundadores. Para llegar a las islas, la opción más sostenible es alquilar con una empresa como Boating Cartagena, que colabora con la Fundación Amigos del Mar y busca convertirse en una operación cero residuos para finales de 2025.
La sostenibilidad también está presente en el comercio y el diseño. La joyería Lucy Jewelry, reconocida por su calidad, trabaja directamente con mineros y comunidades locales en Colombia, garantizando trazabilidad y comercio justo de esmeraldas, ofreciendo una alternativa ética a otras piedras preciosas del mercado. La Serrezuela, un centro comercial de lujo ubicado en una antigua plaza de toros restaurada, alberga marcas de diseño colombiano con enfoque en sostenibilidad, convirtiéndose en un ejemplo de cómo el comercio puede recuperar espacios históricos con propósito.
La ONG Green Apple lidera muchas de las transformaciones prácticas en la ciudad. Trabaja con docenas de bares, restaurantes y hoteles para mejorar su impacto ambiental tanto como social, capacitando a más de 3,000 trabajadores en turismo sostenible. En sus centros – las primeras plantas de reciclaje de vidrio de Cartagena- ha transformado más de 400 toneladas de vidrio. Tiene su propia una línea de productos artesanales en vidrio, y en 2025 tiene contemplado una fábrica de ladrillos sostenibles y apoyar a Isla Grande de las Islas del Rosario para convertirse en la primera isla “cero residuos” del país.
La mayoría de estos negocios son de propiedad local e independiente. Sus decisiones están ligadas al futuro de su ciudad, lo que impulsa un modelo de triple impacto: económico, social y ambiental. Esto no solo beneficia al destino, sino que transforma la experiencia de los viajeros. Cartagena es Patrimonio Mundial de la Humanidad (UNESCO) y las Islas del Rosario un Parque Nacional Natural. Protegerlas es una prioridad urgente tanto para locales como visitantes.
Cartagena no es un decorado. Es una ciudad viva y vibrante que busca recibir a quienes la respeten. En un mundo de destinos clonados, eso puede ser lo más sostenible de todo.
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